
Aprendemos lentamente, inconscientes en todo momento. Ciegos. Llevados por la corriente de masas. Encrucijada tras encrucijada, error tras error, comprendiendo poco a poco que nada sirve.
Imaginamos la existencia de un destino, determinismo acoplado al libre albedrío. Deseamos a un Dios todopoderoso, imploramos su ayuda. Sumisos ante una vida ya construida, los pilares sociales impuestos bajo la ignorancia global.
Tela previamente confeccionada, abrigo tras una opinión aterradora llevada de la mano de unos cuantos. Famosa mayoría.
Ideas impregnadas en el perfume del hogar. Niños ya siendo adultos, adultos siendo tan niños como en el preciso momento de concepción.
Longevidad in crescendo, con un carpe diem insustancial que no lleva a ninguna parte, sino a la inhibición de toda inteligencia.
Comodidad por decisión.
Inercia por ideas.